Que es la costumbre en el derecho internacional publico

Que es la costumbre en el derecho internacional publico

En el vasto campo del derecho internacional público, el concepto de costumbre ocupa un lugar central. También conocida como fuente de derecho internacional, la costumbre es una práctica repetida y generalizada por los Estados, que se considera obligatoria por motivos de derecho. Este artículo explora a fondo el significado, evolución, características y aplicaciones de la costumbre como fuente del derecho internacional público, brindando una visión integral y actualizada.

¿Qué significa la costumbre en el derecho internacional público?

La costumbre internacional es una práctica constante y generalizada por los Estados, que con el tiempo adquiere el carácter de obligatoria. Para que una costumbre tenga validez jurídica, debe constar de dos elementos fundamentales: el elemento material, que es la práctica repetida (usage), y el elemento psicológico, conocido como *opinio juris*, que implica que los Estados consideran obligatoria esa práctica.

Un ejemplo clásico es el principio de no intervención, que ha evolucionado desde una mera práctica hasta convertirse en una norma jurídica vinculante. Este tipo de normas no necesitan estar codificadas en tratados, sino que surgen del comportamiento constante y uniforme de los Estados.

Otra curiosidad interesante es que la costumbre ha sido reconocida como una de las fuentes principales del derecho internacional desde el *Artículo 38* del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Esta disposición establece que, junto con los tratados y la jurisprudencia, la costumbre es una base fundamental del derecho internacional. Además, su importancia se remonta a la antigüedad, cuando Roma utilizaba el *ius gentium* para regular relaciones entre pueblos.

El papel de la costumbre en la formación del derecho internacional

La costumbre no solo es una fuente del derecho internacional, sino también un mecanismo esencial para su evolución. A diferencia de los tratados, que requieren consentimiento expreso de los Estados, la costumbre se forma de manera implícita a través del comportamiento uniforme y consciente de los Estados. Esto permite que el derecho internacional se adapte a los cambios sociales, económicos y políticos sin necesidad de redactar nuevos tratados.

Por ejemplo, la prohibición del uso de la fuerza en las relaciones internacionales (Artículo 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas) tiene su raíz en una costumbre previa. La práctica constante de los Estados de no invadirse mutuamente, combinada con la *opinio juris*, transformó esta práctica en norma jurídicamente vinculante.

En el ámbito marítimo, la costumbre también ha desempeñado un papel crucial. La delimitación de zonas económicas exclusivas (ZEE) se ha basado en prácticas históricas de los Estados costeros, que con el tiempo se convirtieron en normas reconocidas por la CIJ y otros órganos internacionales.

Diferencias entre costumbre y tratado en derecho internacional

Aunque la costumbre y los tratados son ambas fuentes del derecho internacional, presentan diferencias sustanciales. Mientras los tratados requieren consentimiento explícito por parte de los Estados, la costumbre surge de manera implícita a través de la práctica repetida y la *opinio juris*. Además, los tratados son fáciles de identificar y modificar, mientras que la costumbre es más difícil de probar y, en muchos casos, más estable.

Otra diferencia importante es que los tratados pueden derogar o modificar una costumbre, pero ésta no puede hacerlo sobre un tratado, salvo que éste lo autorice. Además, algunos tratados reconocen y codifican costumbres previas, como ocurre con el Convenio de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), que incorpora prácticas históricas sobre soberanía marítima.

Estas diferencias son clave para entender cómo el derecho internacional se construye y cómo se mantiene su equilibrio entre estabilidad y adaptabilidad.

Ejemplos reales de costumbre en el derecho internacional público

Existen múltiples ejemplos históricos y contemporáneos que ilustran el desarrollo de la costumbre en el derecho internacional. Algunos de los más destacados incluyen:

  • El principio de no intervención: Originado en el siglo XIX, este principio prohibe que un Estado interfiera en los asuntos internos de otro. Se consolidó como costumbre con el tiempo, y hoy es una norma generalmente aceptada.
  • La prohibición del genocidio: Aunque codificada en tratados como la Convención sobre el Genocidio, su base también se encuentra en una práctica constante de condena internacional ante actos de genocidio.
  • La costumbre de no reconocer a los gobiernos surgidos por la fuerza: Este principio se aplicó históricamente en casos como el de Hitler o el de Stalin, donde los Estados no reconocieron a gobiernos instalados mediante golpes de Estado.
  • La protección de los derechos humanos mínimos: Aunque no existe un tratado universal que los obligue, ciertos derechos humanos básicos (como la prohibición de tortura) son considerados costumbres de ius cogens, es decir, normas perennes e irrevocables.

Estos ejemplos muestran cómo la costumbre actúa como un pilar del derecho internacional, incluso en ausencia de textos jurídicos formales.

La evolución histórica de la costumbre como fuente del derecho internacional

La costumbre ha sido históricamente una de las primeras fuentes del derecho internacional. En la antigua Roma, el *ius gentium* regulaba las relaciones entre ciudadanos romanos y extranjeros. En la Edad Media, los Estados europeos desarrollaron prácticas comunes sobre diplomacia y guerra. A partir del siglo XVI, con la consolidación del sistema de Estados-nación, la costumbre adquirió un papel más definido.

El desarrollo de la costumbre se aceleró con la Revolución Francesa y la expansión del sistema internacional. En el siglo XIX, figuras como Jeremy Bentham y Henry Maine contribuyeron a formalizar el concepto. La entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas y la creación de la Corte Internacional de Justicia en 1945 consolidaron el papel de la costumbre como fuente formal del derecho.

Hoy en día, la costumbre sigue siendo relevante, especialmente en áreas donde la regulación por tratados es insuficiente, como en el derecho marítimo, el derecho de los derechos humanos y el derecho penal internacional.

Diez ejemplos de costumbres internacionales reconocidas

A continuación, se presentan diez ejemplos de costumbres internacionales que han sido reconocidas o aceptadas por múltiples órganos internacionales:

  • Principio de no intervención
  • Prohibición del uso de la fuerza (Art. 2(4) de la Carta de la ONU)
  • Prohibición del genocidio
  • Prohibición de la tortura
  • Principio de no discriminación
  • Principio de buena fe
  • Principio de no reconocimiento de gobiernos surgidos por la fuerza
  • Respeto a la soberanía territorial
  • Prácticas de neutralidad durante conflictos
  • Respeto por los derechos mínimos de los prisioneros de guerra

Estos ejemplos reflejan cómo la costumbre actúa como una red de normas no escritas pero profundamente arraigadas en el comportamiento de los Estados.

La costumbre como norma de ius cogens

En el derecho internacional, ciertas normas son consideradas de ius cogens, es decir, normas imperativas que no pueden ser derogadas ni por tratados ni por otras normas. La costumbre puede convertirse en norma de ius cogens si se trata de normas mínimas en materia de derechos humanos o paz internacional.

Por ejemplo, la prohibición de la tortura es considerada una norma de ius cogens. Esto significa que ningún tratado puede derogarla, y su incumplimiento constituye un delito grave. La Corte Internacional de Justicia ha reconocido explícitamente que ciertas costumbres, especialmente en materia de derechos humanos, tienen esta condición.

Esto subraya la importancia de la costumbre no solo como fuente del derecho, sino también como norma fundamental que protege valores universales en el sistema internacional.

¿Para qué sirve la costumbre en el derecho internacional público?

La costumbre sirve como un mecanismo esencial para la regulación de las relaciones internacionales. Su principal función es llenar vacíos normativos en áreas donde no existen tratados o convenciones internacionales. Por ejemplo, en el derecho marítimo o en situaciones de emergencia humanitaria, la costumbre proporciona un marco jurídico que permite a los Estados actuar con predictibilidad y coherencia.

Además, la costumbre permite la adaptación del derecho internacional a nuevas realidades sin necesidad de redactar nuevos tratados. Esto es especialmente útil en contextos de crisis, donde la velocidad de acción es fundamental. También sirve como base para interpretar y aplicar tratados, especialmente cuando existen ambigüedades o silencios normativos.

Por último, la costumbre actúa como un mecanismo de estabilidad, ya que su carácter generalizado y su arraigo en la práctica de los Estados generan expectativas de comportamiento que son difíciles de alterar.

La costumbre como práctica constante y obligatoria

La costumbre no es solo una práctica repetida, sino una práctica obligatoria. Para que se considere como tal, debe cumplir con dos requisitos:el elemento material (usage) y el elemento psicológico (*opinio juris*). El primero se refiere a la repetición constante de una conducta por parte de los Estados, mientras que el segundo implica que dicha conducta se realiza con la convicción de que es jurídicamente obligatoria.

Este doble elemento es crucial para distinguir entre una mera costumbre social y una costumbre jurídica. Por ejemplo, la práctica de saludar con un apretón de manos no constituye una costumbre jurídica, pero la prohibición del uso de la fuerza sí lo es.

La cuestión de la prueba de la costumbre también es relevante. Los tribunales internacionales suelen recurrir a fuentes como tratados, resoluciones de organismos internacionales, jurisprudencia y escritos de doctores del derecho para determinar si una práctica cumple con los requisitos de costumbre.

La costumbre como respuesta a la falta de codificación en el derecho internacional

En muchos ámbitos del derecho internacional, especialmente en áreas emergentes o sensibles, no siempre existe una regulación formal. En estos casos, la costumbre actúa como un mecanismo flexible que permite a los Estados regular su comportamiento sin necesidad de acudir a tratados complejos o lentos de negociar.

Por ejemplo, en el ámbito de la ciberseguridad internacional, donde aún no existe un tratado general, la costumbre está comenzando a desarrollarse a partir de declaraciones oficiales, resoluciones de la ONU y conductas estatales. Esto permite a los Estados seguir líneas de acción comunes sin necesidad de un texto jurídico formal.

Además, la costumbre también sirve como base para interpretar tratados. Cuando un tratado es ambiguo o no aborda una cuestión específica, los tribunales internacionales suelen recurrir a la costumbre para darle contenido práctico.

El significado jurídico de la costumbre en el derecho internacional

La costumbre tiene un significado jurídico profundo en el derecho internacional. No solo es una fuente del derecho, sino también una forma de generar obligaciones jurídicas sin necesidad de consentimiento explícito por parte de los Estados. Esto la convierte en una herramienta poderosa para regular comportamientos estatales, especialmente en contextos donde la cooperación voluntaria es limitada.

Su significado también se refleja en el hecho de que puede coexistir con los tratados, incluso complementarlos. Muchas normas codificadas en tratados tienen su origen en prácticas costumbristas anteriores. Por ejemplo, el principio de no intervención, que hoy está incluido en tratados como la Carta de las Naciones Unidas, se originó en prácticas históricas de los Estados.

Otro aspecto relevante es que la costumbre puede aplicarse incluso a Estados que no son parte de un tratado. Esto permite que normas universales, como la prohibición de la tortura, se apliquen a todos los Estados sin necesidad de un consentimiento individual.

¿De dónde proviene el concepto de costumbre en el derecho internacional?

El concepto de costumbre en el derecho internacional tiene sus raíces en la tradición jurídica europea medieval, donde los Estados regulaban sus relaciones mediante prácticas comunes y no escritas. En la Edad Media, los reyes y emperadores comenzaron a reconocer ciertas prácticas como normativas, especialmente en temas de diplomacia, comercio y guerra.

Con el tiempo, el concepto fue formalizado por juristas como Hugo Grotius y Emer de Vattel, quienes lo integraron en el sistema del derecho internacional moderno. La entrada en vigor del sistema de Estados-nación en el siglo XIX consolidó el papel de la costumbre como fuente principal del derecho internacional.

Hoy en día, la costumbre sigue evolucionando, adaptándose a nuevas realidades como el cambio climático, la ciberseguridad y los derechos humanos en situaciones de conflicto.

La costumbre y su relación con otras fuentes del derecho internacional

La costumbre no actúa de forma aislada, sino que está interrelacionada con otras fuentes del derecho internacional, como los tratados, la jurisprudencia y los principios generales del derecho. Los tratados, por ejemplo, pueden reconocer y codificar prácticas costumbristas existentes. La jurisprudencia de tribunales internacionales también puede reforzar la costumbre, al reconocerla como base para resolver conflictos.

Además, la costumbre puede influir en la interpretación de tratados. Cuando un tratado es ambiguo o no aborda una cuestión específica, los tribunales suelen recurrir a la costumbre para darle contenido práctico. Por otro lado, los tratados pueden derogar o modificar una costumbre, siempre que exista un consentimiento explícito por parte de los Estados interesados.

Esta interacción entre fuentes demuestra la complejidad del sistema jurídico internacional, donde la costumbre ocupa un lugar central.

¿Cómo se prueba la existencia de una costumbre internacional?

Probar la existencia de una costumbre internacional no es un proceso sencillo. Requiere reunir evidencia de que una práctica ha sido repetida y generalizada por los Estados, y que dicha práctica se realiza con la convicción de que es jurídicamente obligatoria. Los tribunales internacionales suelen recurrir a fuentes como:

  • Tratados: Para demostrar que Estados han reconocido una práctica como normativa.
  • Resoluciones de organismos internacionales: Como la ONU o el Consejo de Derecho Internacional.
  • Jurisprudencia: Decisiónes de tribunales internacionales que han aplicado normas costumbristas.
  • Escritos de doctores del derecho: Estudios académicos que analizan la evolución de una práctica.

Este proceso puede ser especialmente complejo en casos donde la práctica no es uniforme o donde algunos Estados se resisten a reconocerla como obligatoria.

Cómo usar la costumbre en el derecho internacional y ejemplos prácticos

La costumbre puede usarse de varias maneras en el derecho internacional. Por ejemplo, los Estados pueden invocarla como base para justificar su conducta en situaciones donde no existe un tratado aplicable. También pueden usarla como argumento en tribunales internacionales para demostrar que ciertas prácticas son normativas y obligatorias.

Un ejemplo práctico es el caso del *Tribunal Permanente de Justicia Internacional (TPJI)* en el caso *Hydro-Electric Power Co. of Canada v. The United Kingdom*, donde se reconoció la costumbre como base para resolver una disputa sobre derechos de pesca. Otro ejemplo es el caso *Nicaragua v. Estados Unidos*, donde la CIJ consideró que ciertas prácticas de los Estados Unidos constituían una violación de la costumbre de no intervención.

También puede usarse como base para exigir cumplimiento de obligaciones por parte de otros Estados, especialmente en áreas como el medio ambiente, los derechos humanos o el comercio internacional.

La costumbre y su impacto en el desarrollo del derecho internacional

La costumbre no solo es una fuente del derecho internacional, sino también un motor de su desarrollo. Al permitir que el derecho evolucione sin necesidad de acordar tratados nuevos, la costumbre facilita la adaptación del sistema jurídico a nuevas realidades. Esto es especialmente importante en contextos de crisis, donde los Estados necesitan actuar con rapidez y coherencia.

Además, la costumbre tiene un impacto positivo en la cohesión del sistema internacional. Al proporcionar un marco común de expectativas, ayuda a prevenir conflictos y fomenta la cooperación entre Estados. Por ejemplo, en el caso de emergencias humanitarias, la costumbre de proteger a los refugiados y desplazados internos ha permitido a los Estados actuar con coherencia y previsibilidad.

Por último, la costumbre también tiene un efecto pedagógico. Al reconocer ciertas prácticas como normativas, ayuda a formar la conciencia jurídica de los Estados y a reforzar la cultura de cumplimiento del derecho internacional.

La costumbre como reflejo de la evolución social y política

La costumbre no es estática; refleja la evolución constante de la sociedad internacional. A medida que cambian los valores, las tecnologías y las estructuras políticas, también lo hacen las prácticas costumbristas. Por ejemplo, en el siglo XXI, la ciberseguridad y los derechos digitales están generando nuevas costumbres que, con el tiempo, podrían convertirse en normas jurídicamente vinculantes.

Este dinamismo es una ventaja del derecho internacional basado en la costumbre, ya que permite que el sistema se adapte a nuevas realidades sin necesidad de acordar tratados complejos. Sin embargo, también presenta desafíos, especialmente en cuanto a la prueba y la interpretación de las prácticas costumbristas en contextos novedosos.

En conclusión, la costumbre no solo es una fuente del derecho internacional, sino también una expresión viva de la evolución del sistema internacional.